Personas e inteligencia artificial, la unión hace la fuerza
El creciente aumento de la complejidad de la sociedad hace necesario, independientemente del contexto en el que se encuentre, que el hombre deba apoyarse en la tecnología para poder realizar de manera correcta y eficiente su trabajo o vivir su vida, a partir del correcto funcionamiento de su correo electrónico hasta la fiabilidad del coche con el que vas todos los días a la oficina o al colegio donde van tus hijos.
Por lo tanto, la construcción de una buena relación entre el hombre y la máquina se vuelve fundamental, porque si bien es cierto que las nuevas tecnologías permiten mejorar la vida, es importante recordar que el primer insumo debe venir del hombre.
Así como la rueda se inventó para facilitar el movimiento y transporte de materiales de un lugar a otro y no para reemplazar las piernas de los hombres, las nuevas tecnologías deben representar herramientas que ayuden a las personas a alcanzar sus objetivos.
Esto es aún más cierto en el mundo empresarial, donde las organizaciones dependen de los nuevos desarrollos tecnológicos para agilizar sus procesos, aumentar el valor de la producción o su facturación. Un claro ejemplo de cómo los avances tecnológicos están dando una gran mano a las organizaciones modernas es el de la transición digital y, en particular, de la Inteligencia Artificial, que permite analizar cantidades muy grandes de datos en muy poco tiempo y extraer análisis precisos de ellos. ellos son capaces de ayudar (¡no reemplazar!) al hombre a elegir la mejor estrategia a implementar para asegurar que la empresa alcance sus objetivos.
Entonces, así como esperamos que nuestros correos electrónicos funcionen con precisión y que nuestros automóviles se conduzcan de manera confiable, esperamos que nuestros modelos de IA funcionen de manera confiable y segura y, si surgen problemas, es necesario contar con mecanismos que permitan evaluar y gestionar los riesgos potenciales.
El primer punto para considerar, para las organizaciones que dependen de nuevas herramientas tecnológicas innovadoras como la Inteligencia Artificial, es mantener un enfoque humano en el circuito, que requiere que los humanos participen activamente en el desarrollo y monitoreo de la efectividad y precisión de la información. En términos más simples, esto significa que los científicos de datos no son reemplazados, sino que simplemente dependen de herramientas especiales para combinar sus conocimientos con capacidades tecnológicas. Las ruedas se moverán sobre el camino por el que las empujen.
Una vez creado e implementado el modelo de IA, resulta importante monitorear continuamente su desempeño mediante la recopilación periódica de datos sobre el desempeño del modelo de acuerdo con los objetivos establecidos. Los puntos de control de seguimiento son fundamentales para señalar errores o resultados inesperados antes de que se produzcan desviaciones en el rendimiento. Si se producen desviaciones, los científicos de datos de la organización pueden evaluar qué cambios realizar, como volver a entrenar el modelo o suspender su uso.
Esta supervisión humana añade una capa adicional de confiabilidad al proceso. Además, la gestión del flujo de trabajo puede respaldar futuras necesidades de auditoría mediante el seguimiento de los comentarios y el historial de cambios.
En conclusión, los sistemas que sólo operan en condiciones ideales no son útiles para las organizaciones que necesitan modelos de IA que puedan escalar y adaptarse al cambio. La eficacia de un sistema depende de la capacidad de una organización para invertir en un diseño con presencia humana que garantice que los sistemas basados en datos funcionen de manera confiable y segura y minimicen los riesgos potenciales, reduciendo así la posibilidad de peligros como averías de vehículos o correos electrónicos esenciales. ser clasificado erróneamente como spam.
Pero ¿cómo podemos invertir en inteligencia artificial manteniendo firmemente las riendas del análisis en manos humanas?
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